Los desposeídos de Ursula K. Le Guin

Título: Los desposeídos
Título original: The Dispossessed
Autora: Ursula K. Le Guin
País: Estados Unidos
Fecha de publicación: 1974

«Shevek, un físico brillante que vive en Anarres, un planeta aislado y “anarquista”, y que decide emprender un insólito viaje al planeta madre, Urras, en el que impera el “propietario”. Shevek cree por encima de todo que los muros del odio, la desconfianza y las ideologías, que separan su propio planeta del resto del mundo civilizado, tienen que ser derribados. En este contexto Urusla Le Guin explora hábilmente algunos de los problemas más urgentes de nuestro tiempo: la posición de la mujer en distintas estructuras sociales, la complejidad de las relaciones humanas, los méritos y promesas del socialismo y el anarquismo, las perspectivas del idealismo político en el mundo actual.»

Segundo año ya que me sumo a las lecturas conjuntas de Docemesescon, el año pasado con Jane y este con Ursula. Y esta novela es la correspondiente a leer en los dos primeros meses del año, enero y febrero. A diferencia de la autora del año pasado, yo nunca había leído a Ursula, y tampoco sabía mucho de ella, ni a que géneros se había adentrado, solo conocía su novela de fantasía Un mago de Terramar. Básicamente, estaba en la completa ignorancia. 

Esta novela de ciencia ficción contrapone dos sociedades distintas: Anarres, el planeta lunar, árido, de bajos recursos naturales, anarquista y cuyo principal sostén es la fraternidad entre los individuos; y Urras, el planeta madre, capitalista y consumista. 

Me pareció fascinante la contraposición de estas dos sociedades. Anarres vendría a ser una tierra utópica socialista-comunista. Las personas de Anarres son descendientes de los exiliados de Urras, en una revolución anarquista. En este planeta nadie tiene nada, no existen sistemas de gobierno, ni dinero, ni propiedades privadas y, por lo tanto, tampoco una sociedad de consumo. Se llega a tal punto, que los fundadores de Anarres, desarrollan un nuevo lenguaje (para separarse definitivamente de Urras) en el cual no tienen pronombres posesivos. Las personas usan y llevan cosas, pero nunca las poseen, no les pertenecen. 

En Anarres se trabaja por el bien común, por el bienestar del prójimo. La sociedad se sostiene por la solidaridad entre las personas. Todos son libres de elegir en que trabajar o si quieren hacerlo. Y, además, no existe ninguna diferencia entre géneros, ni en cuestiones de trabajo ni en el ámbito sexual y sentimental. Hombres y mujeres son iguales y libres.


Y después está Urras, que, para hacerla corta, es como el mundo en el que vivimos. Un lugar en donde se rige por el propietariado (como lo llaman los anarrestis), oligárquico, con diferencias de clase y género: los ricos están arriba, los pobres abajo; las mujeres están recluidas en la privacidad de los hogares, y los hombres dominan el ámbito público. 

En Anarres, las mujeres pueden desarrollarse en cualquier área de trabajo y no tienen ningún tipo de restricción en su sexualidad. En Urras, en cambio, se ven recluidas al ámbito privado, no desarrollan ningún papel de poder en el ámbito público, y tampoco tienen permitido estudiar a nivel universitario. Son simples amas de casa, que se encargan de la crianza de los hijos. 

Aún así, si bien Anarres se parece a una utopía, tiene varios defectos. Es un planeta de bajos recursos, que obliga a su población a sobrevivir, y no vivir. Es por eso que en un principio Shevek se ve maravillado por toda la vida y color que ve al llegar a Urras, queda fascinado por el canto de los pájaros, los árboles, las flores. 

Pero dejando de lado el ambiente ecológico (en el cual los habitantes de Anarres no pueden hacer mucho), está sociedad anarquista manifiesta varios peligros, el de la burocracia. En Anarres todo es por el bien común, por el bienestar social, por el colectivo, pero cuando un individuo sale de esos estándares se lo tacha de escoria social y «egotista». No hay leyes judiciales, pero si se imponen normas morales. Predican ser individuos libres, pero se ven obligados a tomar trabajos por el bien mayor y sacrificando su bienestar individual. La opinión publica es la que rige la sociedad, y es quien sofoca el pensamiento individual. 

Anarres está interesada solo en sobrevivir y no está dispuesta a interactuar con Urras ni con otros planetas, prefiere estar aislada, y eso la lleva a estar estancada también. El ver siempre hacia adentro le cuesta su desarrollo, pero también es entendible, ¿cómo negociarían con otras sociedades si carecen de un sistema de comercio? Ellos entienden el dar como mera solidaridad y hermandad, y no como un negocio. 

En fin, es una novela muy compleja y que da para mucha discusión. Fue mi primera incursión a esta autora y quede fascinado, pero mi gran problema es que la ciencia ficción no es un género que me guste leer, por más que la novela sea genial, y es por eso que siempre me daba pereza leer esta novela, y también me encontraba viendo cuantas páginas me faltaban para terminar el capítulo. Pero, aun así, es una novela que da mucho a la reflexión.

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