Bien está todo lo que bien acaba de William Shakespeare

Título: Bien está todo lo que bien acaba
Título original: All's Well that Ends Well
Autor: William Shakespeare
País: Inglaterra
Fecha de publicación: 1602

Pero pronto el tiempo traerá el verano, y las rosas silvestres tendrán hojas además de espinas, y serán tan olorosas como punzantes […] «Bien está todo lo que bien acaba», siempre «el fin corona la obra». Como quiera que vayan las cosas, el final es gloria.

Las comedias de Shakespeare siempre contienen amoríos, enredos, con tramas graciosas y a veces con tintes de parecer salir de un cuento de hadas. El argumento en esta obra no es distinto. Helena es una pobre, humilde y huérfana chica que cae enamorada del hombre de sus sueños, Bertram, el, muy rico, conde de Rosellón. Pero, esta “comedia” tiene varios peros, Helena no está en la misma posición social que Bertram, y sin mencionar que él no tiene ningún interés en casarse. Así que ella tendrá que completar varias tareas para conseguir su gran premio, su príncipe no tan encantador. Entre las peripecias que tiene que lograr están: curar la grave enfermedad de un rey, conseguir un anillo de un hombre que la odia y no puede verla cerca, y engañar a ese mismo hombre para que duerma con ella y quedar embarazada. Spoiler, ese hombre es Bertram.

Con esto dicho, se ve un poco mejor porque esta obra se la considera una “comedia problemática”. Y no solo con eso, la obra se abre con la muerte de un hombre y la enfermedad del rey. Lo cual es extraño, las comedias de Shakespeare están llenas de ligerezas y el único sufrimiento es el producido por el amor. Pero aquí, el miasma de la enfermedad y la muerte rondan la obra desde el principio Y en este caldeado ambiente se dan el matrimonio y el amor. Y como pueden suponer, no es un amor sano. Helena, mediante varios mecanismos, intentara capturar en matrimonio a Bertram y él por su parte, intentara huir de él.

Y es aquí donde se introduce uno de los temas que más me interesan en esta obra: el género. Porque claramente se invierten los roles de género. Helena busca el matrimonio y Bertram lo evade. Si se reflexiona un poco, si la situación fuera al revés, se admiraría a Helena por huir del matrimonio y Bertram causaría fastidio al perseguir y engañar a Helena para que quede en sus garras. Pero no es lo que sucede, aquí es la mujer la que ansia el matrimonio y el hombre quién lo rehúsa. Pero Helena, al ser una mujer, está en desventaja, así que tiene que valerse de otros mecanismos de poder para cumplir su objetivo. Y es ahí en donde pone su ojo el rey y su enfermedad. Al curarlo puede pedirle cualquier favor, consigue el favor real ¿y qué mayor autoridad que la del rey?

A medida que se desarrolla la historia se va viendo que es una obra bastante bizarra y que Helena es una mujer o un tanto intensa o muy inteligente, o ambas dos. O sea, ella consigue que Bertram se acueste con ella sin que él descubra su verdadera identidad.

Pero el titulo ya da pistas de lo que va a ser la obra. «Bien está todo lo que bien acaba», o sea, no importa como vayan las cosas, si termina bien, entonces está bien. Es casi como “el fin justifica los medios”.

Pero incluso así, el final no es glorioso, no parece un final de cuentos de hadas. Y es que comienza con un argumento como de un cuento de hadas, pero a medida que se desarrolla y con el final, no cuadra con lo que se conoce como uno. Esta obra parece decir que los cuentos de hadas no son reales, son fantasías, utilizan formulas que no representan, que no encajan con el mundo real. Con este final, la obra parece apuntar a que tal vez nadie obtiene su “vivieron felices por siempre”, la vida no funciona de esa manera. Cuestión que hoy en día parece moneda corriente, pero siempre es interesante ver la lucidez y modernidad de este escritor, que no por nada es de mis favoritos.