La abadía de Northanger de Jane Austen

Título: La abadía de Northanger
Título original: Northanger Abbey
Autora: Jane Austen
País: Inglaterra
Fecha de publicación: 1818

«Publicada en 1818, La abadía de Northanger narra la historia de Catherine Morland, una joven ingenua aficionada a la lectura de novelas góticas. Invitada por los Tilney a su casa de campo, se dedicará a investigar tortuosos e imaginarios secretos de familia. Pero cuando todo se aclare y comprenda que la vida no es una novela, Catherine pondrá los pies en la tierra y encauzará su futuro según dictan las normas morales y sociales de la época. Ésta es quizá la obra más irónica y divertida de Jane Austen, maestra inigualable en la recreación de retablos sociales con profundo perfil humano.»

Catherine Morland me pareció distinta a heroínas anteriores de Austen. Desde el principio se parodia que ella es una heroína de novela, pero la tradición literaria demanda ciertas características para ser una heroína: belleza, riqueza, gracia, delicadeza, gusto, sensibilidad por la música y demás artes, y ser huérfana. Catherine no tiene ninguna de esas características, es bella pero nada fuera de lo usual (no es Emma, por ejemplo). Austen no solo parodia a la heroína de novela, sino que también hace de una persona común y corriente, una protagonista, retrata un perfil más verosímil con la realidad del momento. Catherine tiene una apariencia común, sin características destacables, es joven e inocente. Y esta inocencia, su falta de experiencia, le jugara malas pasadas y bochornos, pero también le dará la posibilidad de mostrar con mayor negatividad el lado hipócrita y deshonesto de la sociedad.

Los problemas que tiene Catherine son en base a su juventud e inexperiencia, son problemas de interpretación. Ella es amante de las novelas góticas y no es capaz de diferenciar la ficción de la realidad, estas novelas moldearon su percepción del mundo. Catherine lee e interpreta al mundo a través de novelas góticas, pero al entrar en el mundo adulto deberá madurar y diferenciar la ficción de la realidad.


Esta novela no es solo sobre aprender a leer e interpretar sino que también es sobre aprender a leer a las personas como libros y leer entre líneas, pero para ello se necesita experiencia y es por eso que en un principio Catherine es incapaz de hacerlo. No es capaz de ver cosas que para los lectores son obvias y cuando intenta leer a una persona, el General Tilney, lo hace en clave de las novelas góticas, y lo percibe como el asesino de su esposa, aunque es en realidad un tirano. Cosa curiosa, porque en toda novela gótica que se aprecie hay un tirano.

La forma en cómo funciona el General Tilney es muy interesante. Este personaje encarna todo el poder patriarcal. Si bien es amable no deja de ser autoritario. En su visita a la abadía, Catherine siente el yugo al que está sometida, todo se hace según el dictado del general: cuándo se come, que lugares visitar, etc. Y es en su ausencia que cae en cuenta de lo sofocada que se sentía. Hay ocasiones en que Catherine compara al coronel con un reloj, es como una máquina que no tiene compasión por el cuerpo humano.

Algo que me gusto de esta novela es su carácter metaliterario, se reflexiona acerca de la literatura, sobre la novela específicamente. Hay que tener en cuenta que esta novela se escribió a fines del siglo XVIII, en donde la novela es un género nuevo y no es hasta mediados del XIX que se consolida. Es por eso que la novela, en el contexto de esta obra, es considerado un género menor y más las novelas góticas de Radcliffe (ya que es una escritora).

Las novelas en el siglo XVIII tenían que tener un fin práctico, se usaban para moldear el comportamiento y no como ocio (un ejemplo claro del esto se ve en los capítulos finales, cuando Catherine regresa a su casa, y su madre al ver que está dominada por la melancolía y no cumple sus tareas, piensa hacerla leer un libro para reacomodar su comportamiento). Las novelas góticas, al ser pura ficción e imaginación, y que no “enseñan nada”, por supuesto que van a ser denostadas. Pero que Austen se burle de dicho género —una parodia no tiene como fin degradar el género, Cervantes era un amante de las novelas de caballería y su Quijote es una parodia de ellas. La parodia en cierta medida es una alabanza— no quiere decir que no lo defienda. Ella lo hace, defiende la novela porque, creo yo, entiende que no son artilugios de moralización, sino que no está mal que sean un mero pasatiempo o un lugar para reflexionar, criticar y pensar.

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