La batalla del laberinto (Percy Jackson y los Dioses del Olimpo #4) de Rick Riordan

Título: La batalla del laberinto
Título original: The Battle of the Labyrinth
Autor: Rick Riordan
País: Estados Unidos
Fecha de publicación: 2008

Rebuscarás en la oscuridad del laberinto sin fin.
El muerto, el traidor y el desaparecido se alzan.
Te elevarás o caerás de la mano del rey de los fantasmas.
El último refugio de la criatura de Atenea.
Destruye un héroe con su último aliento.
Y perderás un amor frente a algo peor que la muerte.

«A punto de comenzar primero de secundaria, Percy Jackson no espera emociones fuertes, sino más bien un aburrimiento soporífero. Pero cuando en la nueva escuela se presenta una vieja amiga, seguida de un par de animadoras diabólicas, los acontecimientos se precipitan y todo empieza a ir de mal en peor. Cronos, el malvado señor de los titanes, amenaza con destruir el Campamento Mestizo, donde se refugian los jóvenes semidioses. Para evitarlo, Percy y sus amigos deben de emprender una arriesgada búsqueda a través del laberinto, un mundo subterráneo plagado de trampas temibles y criaturas perversas, concebido para acabar con quienes se atreven a profanarlo.»

En la reseña anterior, mencione que las primeras tres novelas de la saga comparten un esquema, una cierta estructura narrativa, pero en esta novela se hace un quiebre con respecto a la de los anteriores. En los primeros tres libros a Percy se le arrebata un ser querido, y él va en su búsqueda, independientemente de si eso coincide con la misión que se otorga (es más, solo en el primer libro la misión es suya, en los otros dos, él se mete sin autorización). Aquí, la líder de la misión es Annabeth, quien elige a Percy como parte de su equipo. Por lo tanto, Percy no se verá en la situación de salir corriendo para tratar de rescatar a nadie. El estilo es rápido y vertiginoso, como los libros anteriores, pero la misión al Laberinto de Dédalo no es lineal, sino que es un vaivén. Los héroes van dando tumbos, entrando y saliendo del laberinto, y sin tener al tiempo en su contra (OK, tienen a Cronos asediando como siempre, pero se entiende). 

Annabeth, será la elegida para la búsqueda, y es lo que deseaba desde hace tiempo, ser la líder de una misión, pero tendrá que ceder el puesto de guía a otra persona. Lo cual será un problema. En el segundo libro se reveló que el defecto fatídico de Annabeth era la hibris, el orgullo desmedido, el creer que ella puede hacer lo que sea mejor que nadie. Un defecto que comparte con grandes héroes griegos, como Odiseo y Aquiles. Ella tendrá que ser capaz de deponer su hibris, reconocer que el laberinto no puede ser explorado en base al pensamiento deductivo y la inteligencia, lo cual será todo un reto para ella, por su ya mencionado defecto fatídico y por ser hija de quien es. 

El orgullo y la terquedad de Annabeth pueden verse como un defecto, pero también como una virtud. El laberinto alberga muchos monstruos y desafíos, y uno de ellos es la Esfinge. Es la oportunidad perfecta de Annabeth para probar su ingenio e inteligencia, pero cuando la Esfinge comienza a realizar preguntas al azar, sobre cosas fortuitas y de conocimiento general, Annabeth se ve insultada e indignada. Es un insulto a su ser que la criatura conocida en la antigüedad por haber aprendido el arte de formular enigmas, le proponga preguntas de concurso. Algo similar le sucede cuando descubre que una diosa la estuvo ayudando en su misión, pero que hizo la vista gorda de otras personas. 

Annabeth permanecía tan inmóvil como una estatua. Podría haberle dado las gracias. Podría haber prometido que arrojaría al brasero una parte de la barbacoa en honor a la divinidad y olvidar sin más el asunto. Pero lo que hizo fue apretar los dientes con aire testarudo. Tenía el mismo aspecto que cuando se había enfrentado a la esfinge: como si no estuviera dispuesta a aceptar una respuesta fácil, aunque ello le acarrease graves problemas. 

Algo que se ha venido formando en el correr de las novelas es la cómo se va formando la condición heroica y la idealización de los héroes. Percy, Annabeth y demás semidioses son héroes por definición, son hijos de Olímpicos, por ende, son héroes. Como sucedía en la Guerra de Troya de La Ilíada, son héroes todo aquel que participe en ella. Pero los famosos son Aquiles, Héctor, etc., al igual que aquí los importantes son Percy y sus amigos. Me he dado cuenta de que los semidioses aquí no se forjan su reputación heroica en base a derrotar monstruos u otros adversarios (como Aquiles y Heracles, por ejemplo) sino que su reputación, en parte, se construye en base a sortear el obstáculo, a sobrevivir a ellos. Percy y sus amigos, no son todopoderosos, no son invencibles, y si hay algo claro que deja este libro y los anteriores, es que hay criaturas que simplemente no se pueden vencer, sería un suicidio intentarlo. Y es por eso, que cuando encuentran este tipo de monstruos, en esta novela es Campe, ellos tratan de encontrar la forma de escapar, de eludirlo, porque saben que no pueden vencer ese tipo de monstruo. 

La novela muestra que no existen los héroes ideales. Y es uno de los sufrimientos que tiene que afrontar Nico Di Angelo. En el libro anterior, Nico admiraba fervientemente a Percy, pero siente que él le falló. Nico tiene que entender que Percy es humano (en parte), por lo tanto, tiene limitaciones, puede fallar, puede errar. Por más semidioses que sean, no pueden hacerlo todo. 

Como siempre la presencia divina se manifiesta, aparecen nuevos dioses del Panteón Olímpico, en este caso: Hefesto, el dios de la fragua, un dios físicamente imperfecto, huraño y solitario; y Hera, diosa del cielo y el matrimonio, y una de las diosas más volubles y peligrosas. En esta guerra contra Cronos, los semidioses del Campamento Mestizo están de parte de los Olímpicos, pero ellos no son perfectos ni mucho menos.

Ya lo mencioné en el primer libro, estás novelas tienen un público infantil/juvenil pero no están exentas de pinceladas oscuras. De una forma sutil, se manifiesta que los héroes idealizados no existen, y el creer lo contrario solo llevará a que te des contra un muro.

Comentarios

  1. Siempre me quedo con la sensación de que los habría adorado de más chica, pero ahora me da pereza meterme en la saga. Aunque tal vez me gustarían igual (disfruto mucho lo middle-grade). No sé. Linda reseña, eso sí ♥
    Un besote!

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    Respuestas
    1. Tal vez esta saga haya sido el Harry Potter de muchos, pero yo la leí con 18 años y, sinceramente, la amo. Con fuerza. Y ahora, releyendo, me sigue encantando. Y nada, para mí esta demás.
      Gracias por lo de "linda reseña", estoy muy satisfecho con ella ♥
      Besos!

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